Por Juan Carlos Márquez Mora (Chile). Licenciado en Trabajo Social Universidad de los Lagos. Diplomado internacional en Derechos Humanos y empresas en Fundación Henry Dunant - América Latina. Actualmente cursa maestría en ciencia, tecnología e innovación.
Es la Iglesia católica quien comienza hablando del ingreso ético Familiar como reacción a la pobreza, la vulnerabilidad y la desigualdad social. Por lo tanto, se le da un enfoque cristiano y de valor moral al bajo ingreso generado por los trabajos remunerados. Sin embargo, la actual situación salarial en nuestro país es el reflejo de un problema estructural que se arrastra desde los cimientos de la sociedad occidental, principalmente desde la invasión capitalista gestada a través del descubrimiento de América en donde la esclavitud fue el principal exponente de una sociedad corrompida por la explotación y por la ausencia de un salario digno.
Es la Iglesia católica quien comienza hablando del ingreso ético Familiar como reacción a la pobreza, la vulnerabilidad y la desigualdad social. Por lo tanto, se le da un enfoque cristiano y de valor moral al bajo ingreso generado por los trabajos remunerados. Sin embargo, la actual situación salarial en nuestro país es el reflejo de un problema estructural que se arrastra desde los cimientos de la sociedad occidental, principalmente desde la invasión capitalista gestada a través del descubrimiento de América en donde la esclavitud fue el principal exponente de una sociedad corrompida por la explotación y por la ausencia de un salario digno.
Es
por lo anterior, que el ingreso ético familiar, no es más que el reflejo
de esa sociedad colonial que
repartió las tierras y los
recursos naturales de nuestra América;
sentando con ello, las bases
de una sociedad capitalismo que ha
generado las grandes desigualdades
sociales que hoy en día se conocen. El ingreso Etico familiar es la respuesta paliativa
y asistencial a esa estructura histórica;
siendo, por lo tanto, una medida
a corto plazo, populista y que no apunta
a superar la pobreza ni el problema central , que es la desigual distribución
de las riquezas generadas a partir de la
explotación de nuestros recursos naturales. Este programa gubernamental genera
más discriminación y postergación, siendo una
medida deficiente que se utiliza generalmente con fines estadísticos, pero que no representa la realidad de la
pobreza por que se caracteriza por medir
en forma rígida y cuantitativa el
bienestar Familiar; desconociendo la dinámica
de la pobreza en terreno y las realidades de cada familia, comuna y región.
En definitiva; el Ingreso ético Familiar es
un programa centralizado, con recursos
económicos insuficientes, que genera sobrecarga laboral y que no tiene mayor impacto en la estructura
enferma de nuestra sociedad desigual