domingo, 18 de junio de 2017

Una Mirada a la estructura familiar



Por Juan Carlos Márquez Mora (Chile). Licenciado en Trabajo Social Universidad de los Lagos. Diplomado internacional en Derechos Humanos y empresas en Fundación Henry Dunant - América Latina. Actualmente cursa maestría en ciencia, tecnología e innovación.



Los fenómenos que ocurren al interior de la familia,  han utilizado a lo largo de la historia diferentes perspectivas teóricas, tendientes a explicar  esos  procesos  familiares. Manuela Palomar Villena y Esperanza Suarez Soto (1993), se refieren  a un nuevo paradigma que trata de explicar  los fenómenos  desde el “porqué” de determinadas conductas  en términos  “contextos” y de “las interacciones  que se producen entre ellos”.  Este enfoque se centra en la importancia que se le brindan a las  (Manuela Palomar Villena, 1993)“interacciones  interpersonales  y al creciente desarrollo de las ideas sobre los sistemas  dentro de los cuales se producen estas relaciones”. Ambas autoras  señalan que “el modelo sistémico  basado en la Teoría de Sistemas de LUDWIG VON BERTALANFFY (1928)   incluye para su tratamiento  una óptica totalizadora  de las relaciones  que permiten a los profesionales enfrentarse, gracias a los supuestos teóricos  del modelo,  a una serie de contradicciones  familiares que es preciso  conocer para poder ayudar a la familia y que pasarían inadvertidas si no es a través de la metodología sistémica”. Señalan que “…. la metodología sistémica  ayuda a descubrir  la dinámica familiar y el juego interno de la familia  que requieren ayuda”. Estas autoras,  expresan  que “… los supuestos teóricos del modelo sistémico, que permiten el entendimiento  más profundo de la dinámica  de las interrelaciones familiares, se relacionan  de diversas formas”, con los conceptos y esquemas  operativos  desarrollados por la cibernética de Norbert Wiener y Arturo Rosenblueth Stearns (1942) teoría General de los Sistemas de Ludwig Von Bertalanffy (1928) y Teoría de la comunicación de los exponentes Paul Watzlawick, Janet Helmick Beavin y Don D. Jackson (1967)

Existe otra investigadora Sandra Iturrieta Olivares (2001), quien ha investigado sobre las corrientes que se ven involucradas en la dinámica familiar, identificando diferentes acercamientos teóricos sobre la familia. En su estudio identifica 3  corrientes teóricas: corrientes interaccionista de ROBERTO F. BALES (1999), corriente sistémica inspirada en Ludwig Von Bertalanffy (1928)  y corriente construccionista de Peter L. Berger y Thomas Luckmann (1966). Cada una de estas corrientes, se encuentra constituida por teorías:  (Olivares, 2001)“para la corriente interaccionista: se identifica la teoría Interaccionismo simbólico (Herbert Blumer, 1938) , teoría del conflicto (Emile Durkheim, 1898) y teoría del intercambio, propuesta por (1961), Thibaut y Kelley (1959) y Blau (1964), ; para la Teoría  General de los Sistemas, sus teorías corresponden a Teoría del Desarrollo Familiar, teoría de los Sistemas Familiares de Kerr y Bowen (1988)  y Ecología del Desarrollo humano Urie Bronfenbrenner (1987) ; para la Teoría de la comunicación  se encuentra la teoría Fenomenológica de Carl Rogers & Maslow (1959)  y Construcción  Social de la Realidad de Berger y Luckmann, (1972) y Teoría del Pensamiento  crítico Harvey Siegel(1990)  y enfoque de género del psiquiatra norteamericano Robert Stoller(1964) . Sin embargo, la que nos merece mayor atención para este estudio es la corriente de la familia como interacción, la que se  centra en que “las personas  interactúan unas con otros conformando   una red de interacciones que modela la conducta tanto individual  como colectiva, para el logro de las metas propuestas”.  En este aspecto, la autora cita un ejemplo para graficar  dicha corriente  “el padre y/o la madre crean y ponen en práctica, ciertas normas que sus hijos  o hijas deben cumplir, lo que implica que él y/o ella también deben involucrarse en esa acción” por lo tanto, de acuerdo a esta visión,  el padre o la madre  deben hacerse responsable de que esa norma se cumpla, transformándose en el patrón o modelo de interacción ante sus hijos; es decir,  que las familias crean ciertas pautas  con las que se relacionan  unos con otros con el fin de  lograr las metas que se han propuesto, ya sea a nivel grupal o en lo  que respecta a cada miembro de  la familia. Las interacciones sociales  han sido calificadas como “Interaccionismo simbólico, Teoría del conflicto y teoría del intercambio”  Respecto a la teoría del  Interaccionismo simbólico, constituye uno de los principales  enfoques teóricos  que han sido utilizados  para el estudio de la familia. Los principios del  interaccionismo simbólico, es que “cada persona se relaciona con otra, a partir de los símbolos  con los que esa persona  interpreta  el mundo cotidiano en que vive y también desde la perspectiva  que piensa   que las otras personas  tienen respecto  a ella”. En el ámbito de la identidad y los roles familiares abordados por el interaccionismo simbólico”, según Gracia y Musitu,  (Enrique Gracia Fuster, 2000) estos plantean  igual que David Cheal (1991) “que el interaccionismo simbólico incorpora la idea moral de que   todos los miembros  de una familia deberían adoptar una visión  idéntica  de su situación  colectiva”. Asimismo, la idea de la identidad familiar, se refiere a que “los miembros del grupo familiar se identifiquen unos con los otros en la interacción diaria”.  Gracia y Musitu (2000)  afirman que respecto  “estas ideas ya se encontraban  presentes en el trabajo pionero de Ernest Burgess (1925), que definía  las familias como unidad de personalidades en interacción”. Este mismo autor, indica que la interacción, que mantiene las relaciones  entre la pareja adulta y entre padres e hijos, “es lo que constituye la vida familiar”. Además,  las familias desarrollan  una “concepción  de sí misma que incluye el sentido de  responsabilidad que cada miembro  de la familia tiene con los otras responsabilidades que se definen en los roles familiares y la noción  de lo que la vida familiar es o debería ser”, Burgess (1925). Del mismo modo, según Gracia y Musitu (2000) “las personas desarrollan un sentido de identidad  que se deriva en la interacción  que tienen lugar con los demás en la vida cotidiana, incluyendo la vida familiar, donde los individuos se comprometen a una identidad familiar “   

De acuerdo a lo precedente, los autores Peterson y Rollins  (Peterson, 1987) sostienen que “en la interacción  familiar se aprenden  un complejo conjunto  de significados que permiten  la comunicación  entre los miembros de las familias, compartir  experiencias e involucrar a dos o más  personas en un proceso  social especialmente intenso ,  de esta forma,  padres e hijos  tienen la capacidad de compartir  significados comunes  y asumir  el rol  del otro.“ Paterson y Rollins (1987), manifiestan que  “los padres e hijos  con frecuencia definen  mutuamente  como otros significativos a personas  con quienes  mantienen un vínculo  afectivo intenso y a cuyas expectativas se les asigna especial importancia”. En tal sentido,  para los hijos  e hijas, tanto el padre como la madre son otros significativos puesto que  son quienes mediatizan el mundo con ellos y ellas conviven. Esto quiere decir que son los padres quienes muestran a sus hijos su entorno, a través de “medios físicos y afectivos, como a través de la información que les proporcionan”. Así mismo, el interaccionismo simbólico  plantea que es importante ”considerar  a las familias como actores que tienen una considerable capacidad  para estructurar su entorno”. Esto quiere decir que la gran capacidad de interacciones implica  la creación de roles  “proceso de improvisar, explorar y juzgar lo que es apropiado  sobre la base de la  situación  y de las respuestas  de los otros en un momento determinado”. 

Sandra Iturrieta Olivares (2001)  profundiza sobre la Teoría del conflicto, en donde señala que Klein y White  (David Klein, 1996), plantean  que “las personas  actúan en su propio interés  y que el orden social necesita  ser negociado y ritualizado”. Esto quiere decir que “el conflicto  forma parte de la sociedad humana y por ello deben  establecerse  normas para su manejo y control”. De acuerdo a la teoría del conflicto, se pueden diferenciar  dos significados para el concepto de estructura: “La estructura de la situación: concepto que hace  referencia al conjunto de  reglas y normas  sociales que organizan una actividad o un  sistema social”. Es decir, la organización puede hacerse como “una estructura competitiva, donde el ordenamiento de la situación  no permite que todas las parte interesadas  en una meta puedan lograrla”.  En tal sentido,  “dicha organización  puede ser de cooperación”, es decir,  que todas las partes contribuyan a alcanzar la meta que se han fijado como grupo; mientras que el segundo significado de estructura, tiene que ver con la estructura del grupo o estructura social. De acuerdo a lo formulado por Klein y While (1996), “la estructura del grupo familiar en el sentido de pertenencia, la edad, la composición de género y la estructura  está enfrentado a una situación de competición o de cooperación. Están relacionados con el grado de conflicto”.
Respecto  a la Teoría del intercambio,  Gracia y Musitu (2000) manifiestan “la búsqueda del placer, la evitación del dolor, el cálculo racional  de costos y beneficios, son ideas que caracterizan  las propuestas de la teoría del intercambio”. De acuerdo a Gracia y Musitu (2000) “la teoría del intercambio, especialmente en sus Versiones más micro-sociales, asume que las motivación básica  de los individuos es el propio beneficio. El interés colectivo y el altruismo también derivan  y explican por los interese individuales”. La teoría del intercambio  es una teoría racional  en la que  “las percepciones de las personas de las recompensas, costos y  el nivel de satisfacción  que son capaces de obtener  de las situaciones determinan en última instancia las elecciones “. Es así que la “teoría del intercambio  en un análisis micro-social, plantea que los seres humanos  actuamos motivados por los beneficios  que podemos obtener de nuestras acciones”. En definitiva,  según Sandra  Iturrieta “las familias  como grupos sociales, se mantienen en el tiempo puesto  que interactúan  a través de intercambios”.  

Teoría estructural familiar: Analizado ya algunos enfoques teóricos de la familia, es importante precisar que el  presente estudio  se fundamentará principalmente en   el enfoque estructural y como primer antecedente de este enfoque, es relevante  reflexionar respecto  a lo planteado por Lewis Tomas (1979)  “ las cosas vivas tienden a unirse , a establecer vínculos, a vivir unas dentro de las otras,  regresar a ordenamientos  anteriores, a coexistir  cuando es posible”. Dicho antecedente se encuentra implícito en el enfoque estructural desarrollado por  Jay Haley  (Haley, 1980), Jorge Colapinto, Braulio Montalvo, Harry  Aponte, Bernice Rosman y  Salvador  Minucchin  (Minuchin, 1977), quienes respecto a las familias señalan que “es el contexto natural para crecer y para recibir auxilio”; además de ser  “un grupo natural  que en el curso del tiempo  ha elaborado  pautas de interacción”.  En tal sentido, señalan  que “estas interacciones constituyen  la estructura familiar, que a su vez rige el  funcionamiento  de los miembros   de la familia, define su gama de conductas  y facilita su interacción recíproca”. Las transacciones repetidas establecen pautas acerca de qué manera, cuándo y con quién relacionarse, y estas pautas apuntalan el sistema”. Según Minucchin (1979)  “la  interacción define quién es quién en una relación desde el ámbito de las funciones y roles que le competen en cada subsistema familiar”.  En la medida que las conductas sean repetidas constituirán dichas  pautas transaccionales. En este enfoque las pautas transaccionales  que regulan  la conducta de la familia,  son mantenidas por dos sistemas de coacción: “El primero es genérico e implica las reglas universales que gobiernan la organización familiar”; es decir,   “debe existir una jerarquía de poder en la que los padres y los hijos poseen niveles de autoridad diferentes. También debe existir una complementariedad de las funciones”.  Es decir, se espera que desde el enfoque estructural los integrantes del subsistema parental  “acepten la interdependencia y operen como un equipo” Es así, que “cuando existen situaciones de desequilibrio del sistema, es habitual que los miembros de la familia consideren que los otros miembros no cumplen con sus obligaciones”.  Dentro del enfoque estructural,  Desatnik  (Eguiluz, 2004) sostiene que la evaluación de la estructura e interrelación familiar  “debe centrarse, tanto en las pautas transaccionales como en la construcción de la realidad que se conectan  con las experiencias familiares”. Por su lado Ochoa  (Minuchin, Maestría terapia familiar UNAM, 2010-2012) sostiene  que es “necesario  tomar como guía una serie de  hipótesis  diagnósticas  sobre la interacción  sistémica entre el contexto familiar toral y las conductas sintomáticas de los miembros individuales “. Este modelo, según Desatnik (2004),  no se limita exclusivamente a la familia, “ si no  también se han considerado  el contexto institucional y el ámbito psicosocial en los que también  se encuentran interacciones”; para reforzar esta idea Umbarguer (1983),  manifiesta  que es necesario “hacer un enunciado  diagnóstico estructural, es decir,   algo acerca de la manera en que las personas se sitúan  frente a eventuales contactos entre ellas y con otros subsistemas. No necesariamente hay que refrenarse de hacer conjeturas acerca de los sucesos que uno  no puede observar, como son los deseos o sentimientos íntimos. Lo que sucede es que ese enunciado vuelve ociosas estas conjeturas en el diseño de planes sobre lo que se habrá de hacer”. En cuanto a las familias   que son extremadamente desligadas  Desatnik (2004) sostiene que “existe un desproporcionado sentido de independencia, pocos sentimientos de deslealtad y de pertenencia, poca disposición  para recibir ayuda…”  Por otro lado,  según  Minucchin & Fischman ( 1984)  “aquellas familias  en las que  sus miembros  tienen una  mínima dependencia  entre sí, límites  muy rígidos, sus mecanismos de apoyo se activan solo cuando  existe un nivel muy alto de estrés”

De acuerdo a lo anterior, según estudios de Salvador Minucchin, Berenice  Rosman y Lester Baker (1978) “la tensión entre los padres se puede medir  en el torrente sanguíneo  del hijo que los observa”.  En términos generales, según el Doctor Carlos González Salamea  (Salamea, 2009) la familia  es la Unidad Social y se la considera  como una organización  social primaria que se caracteriza por sus vínculos y por las relaciones afectivas que en su interior se dan, constituyendo un subsistema de la organización Social”. El mismo autor señala que  “los miembros del grupo familiar  cumplen roles y funciones  que son los que permiten relacionarse  con otros subsistemas externos “. En este mismo postulado  Nichols & Everett (1986) señalan que “la familia nuclear o extendida se relaciona con otros sistemas con los cuales debe interactuar, que afectan  su dinámica en forma negativa o positiva”. Los mismos autores exponen que “la familia se considera como un  sistema integrador multigeneracional, caracterizado por varios subsistemas de funcionamiento interno e influido   por una variedad de sistemas externos relacionados”. 

El modelo estructural  Minucchin  (Minuchin, Familias y Terapia Familiar, 2004), lo define   como “el conjunto  invisible de demandas funcionales que organizan  los modos en que interactúan los miembros  de una familia”.  Aponte y Van Deusen (1989), concluyen señalando que  “ en cualquier interacción  del sistema familiar se define  quien  o quienes son los miembros  que participan (límites), con o contra quien (alineamientos) y la energía  que motiva y activa el sistema (poder)”  Por otro lado,  (Pichon, 1974), según  (Ana Maria del Cueto, 2015) señala respecto a este modelo,  que los miembros de un grupo familiar  son un “conjunto de relaciones internalizadas en permanente interacción” . Siguiendo en lo mismo,  (R.D.Laing, 1976) establece que el individuo “internaliza “pautas de relación por medio de operaciones internas, a partir  de las cuales  una persona desarrolla una estructura grupal personificada”. El mismo autor manifiesta que  la familia “es una  estructura concebida por la fantasía, que implica un tipo  de relación  entre miembros asumido desde  una relación de reciprocidad entre ellos”. Asimismo, (Bion, 1972) desarrolló  el supuesto básico de dependencia, estableciendo que “los miembros  en su iniciación  se sienten desprotegidos, desorientados, impotentes y necesitan que alguien les provea dirección, protección, orientación. Se sientan las bases para que el grupo se estructure compartiendo desde un nivel inconsciente,  un supuesto básico de índole   emocional: el grupo o supuesto básico de dependencia”. En tal sentido (Zarzar, 1980), sostiene  que existen grupos que se resisten al cambio y esta resistencia “se opone a los llamados miedos básicos: el miedo a la pérdida  de las estructuras existentes  a las que los participantes ya están acostumbrados y el miedo  al ataque de la nueva situación”. Bion (1972), señala que “suceden momentos  en los que  la estructura responde  a un grupo, que se organiza racionalmente para la tarea, con otros en los que  alguna emoción básica compartida predomina y la estructura responde a algún supuesto básico, no consciente, pero compartida por los miembros” 

La estructura familiar  se diferencia y desempeña sus funciones a través de sus subsistemas. Según Sánchez (2000), se considera un sistema  a la unión  de miembros para desarrollar funciones, los cuales están formados por género, interés, función”; mientras que Estrada (1991) considera a la familia nuclear  como la formación de “seres que viven bajo un mismo techo y que tienen un peso emotivo significativo entre ellos y de los cuales existen tres Subsistemas”; en cambio  para Gracia y Musitu (2000) el subsistema  “es la unión  de integrantes  para desarrollar funciones”. Por lo tanto,  “los individuos son subsistemas en el interior de una familia. Los subsistemas pueden ser formados por generación, sexo, interés o función. Cada individuo pertenece a diferentes subsistemas en los que posee diferentes niveles de poder y en los que aprende habilidades diferenciadas.”  Por lo tanto, a partir de la interrelación de estos subsistemas, se va construyendo una estructura familiar que le da identidad y singularidad a cada una de las familias. Asimismo,  (Smith, 1995) expresa que “una familia puede ser analizada como un sistema por que  la conducta de  cada miembro de la familia, afectan a todas las otras personas que pertenecen a ella. Las familias tienen límites permeables y las familias  deben realizar determinadas labores para sobrevivir”. Por otro lado, Bertalanffy (1975) señala que en una familia, “los elementos  son interdependientes, las conductas de los miembros de  la  familia se influirán mutuamente”. En el mismo sentido, Cox y Paley (Martha Cox, 1997) señalan que “cualquier  miembro de la familia se encuentra inextricablemente inmerso  en el sistema familiar  y no puede ser totalmente incomprendido independientemente del contexto sistema”  

El subsistema conyugal, según Minucchin (1975) se constituye “cuando dos adultos de sexo diferente se unen con la intención expresa de constituir una familia”. Posee tareas o funciones específicas, vitales para el funcionamiento familiar. Las principales cualidades requeridas para la implementación de sus tareas son “la complementariedad y la acomodación mutua”. En tal sentido, “deben desarrollar pautas de complementariedad que permitan a cada esposo ceder sin sentir que se ha dado por vencido”.   El subsistema conyugal “debe llegar a un límite que lo proteja de la interferencia de las demandas y necesidades de otros sistemas; en particular, cuando la familia tiene hijos”; de acuerdo a esto, Margaret Mead (1928) establece que  “ en nuestra sociedad  extremadamente móvil, la familia nuclear puede de hecho  encontrarse aislada  de los demás  sistemas de apoyo, lo que trae por consiguiente una sobrecarga del subsistema de los cónyuges, siendo una de las amenazas que ciernen a la familia occidental”. 

El subsistema parental corresponde a las funciones de padre y madre, transformándose el mismo subsistema conyugal en este otro nivel funcional, el que  debe diferenciarse  para desempeñar las tareas de socializar un hijo  “sin renunciar al mutuo apoyo que caracterizará al subsistema conyugal”. Según Minucchin (1975) “se debe trazar un límite que permita el acceso del niño a ambos padres y, al mismo tiempo, que lo excluya de las relaciones conyugales. El subsistema parental debe adaptarse a los nuevos factores que actúan en el marco de la socialización.” En este subsistema parental, los padres  comprendan las necesidades del desarrollo de sus hijos y las reglas que se imponen. El autor refiere que  “el funcionamiento eficaz  requiere que los padres y los hijos acepten el hecho de que el uso diferenciado de autoridad constituye un ingrediente necesario del subsistema parental. Ello se convierte en un laboratorio de formación social para los niños, que necesitan saber cómo negociar en situaciones de poder desigual.”  

El  subsistema fraterno corresponde a los hermanos, siendo el primer grupo de iguales en el cual participa el niño o la niña. . Los hijos en este subsistema se apoyan entre sí, aprenden unos de otros, elaboran sus propias pautas de comportamientos.  En el enfoque estructural “las familias amplias, el subsistema fraterno posee otras divisiones, ya que los hijos más pequeños, que se mueven aún en las áreas de seguridad, alimentación y guía en el seno de la familia, se diferencian de los niños mayores que realizan contactos y contratos con el mundo. Cuando los niños se ponen en contacto con el mundo de sus iguales extrafamiliares, intentan actuar de acuerdo con las pautas del mundo fraterno”, es decir,  cuando aprenden formas alternativas de relación, incorporan las nuevas experiencias al mundo fraterno. 

Desde el enfoque estructural, “Los límites de un subsistema están constituidos por las reglas que definen quiénes participan, y de qué manera”. La función de los límites reside en “proteger la diferenciación del sistema”. Todo subsistema familiar posee “funciones específicas y plantea demandas específicas a sus miembros”. En este aspecto, “el desarrollo de las habilidades interpersonales que se logra en ese subsistema, es afirmado en la libertad de los subsistemas de la interferencia por parte de otros subsistemas”. Esto quiere decir, que para que el funcionamiento familiar sea adecuado, “los límites de los subsistemas deben ser claros: definirse con suficiente precisión como para permitir a los miembros de los subsistemas el desarrollo de sus funciones sin interferencias indebidas, pero también deben permitir el contacto entre los miembros del subsistema y los otros”. La claridad de los límites en el interior de una familia “constituye un parámetro útil para la evaluación de su funcionamiento”.  Según Iturrieta Sandra (2001)  “los límites están directamente relacionados  con los conflictos tanto intrafamiliares como entre familias y su entorno”. Los límites son “fronteras  tanto entre los componentes de los subsistemas  familiares, como entre  las familias  y los elementos  de su ambiente”. “Los limites definen el sistema familiar y representan el  punto de contacto con su entorno”.  Iturrieta Sandra (2001) señala que “de acuerdo a la permeabilidad, los límites de los sistemas familiares pueden considerarse como abiertos puesto que  todas las familias  tienen un cierto grado de intercambio con su entorno”. De acuerdo al grado de permeabilidad, los límites  pueden ser rígidos, flexibles, difusos y claros “la característica de los límites  serán de vital importancia al momento de analizar  los conflictos familiares”. 

Las Jerarquías son definidas por Dasatnik (2004) como “las posiciones  que ocupan los distintos miembros  de la familia con relación al ordenamiento jerárquico dentro del sistema y marca  la subordinación  o supra-ordinación de un miembro respecto a otro”. Es así que,  la función  del poder y su estructuras familiares, “orilla a una diferenciación de los roles de padres e hijos como fronteras entre generaciones”. Según Iturrieta Sandra (2004), “los subsistemas  están jerárquicamente  organizados, es decir, están inmersos  en el sistema más  amplio,  como lo es  la comunidad en que viven  las familias”. El concepto Jerarquía  “se refiere  a la ordenación  que existe al interior de las familias y en la sociedad”.  Por su parte  Arthur Koestler (1979) creó la palabra Holón   que evoca el todo (holo) y una partícula o parte (on) para designar aquellas  “entidades  de rostro  doble  en los niveles intermedios  de cualquier jerarquía” En este mismo aspecto, pero desde la perspectiva del género  (Kaufman, 1990) establece que “la perspectiva  de género ilustra  la construcción  social de las familias y de las relaciones entre hombres y mujeres”. Así mismo,  (David Klein, Introducción a las teorías de familia, 1996) señalan que “La socialización al interior de las familias ha fomentado la división sexual del trabajo”. Siguiendo la misma línea de la jerarquía basada en el género  Berk (1985) o Ferree (1990) establecen que  “las familias  constituyen el principal componente en la producción  de las relaciones de género  y en la división  sexual del trabajo y que la ideología familiar se utiliza para realizar  y legitimar llamamientos  al sacrificio de las mujeres”. Del mismo modo (Myra, 1990) Myra Ferre (1990)  señala que desde “la perspectiva  teórica, se propone que el estudio  de la experiencia  del género  en el contexto familiar, no debe limitarse  a la conducta  dentro del hogar.”  

Las Alianzas según Desatnik (2004) “Designan una afinidad positiva entre dos unidades de un sistema  que hace referencia a la percepción o experiencia de dos o más personas unidas en una empresa, interés, actitud o conjunto de calores en común”  

Las coaliciones se establecen cuando una alianza se sitúa en oposición a otra parte del sistema, generalmente es oculta e involucra a personas  de distintas generaciones  aliadas contra un tercero. La oposición  contra otro integrante del sistema puede expresarse a través del conflicto, la exclusión. 

Los triángulos según Desatnik (2004) “Tienen como función  equilibrar la relación de varios miembros que pueden  tener relaciones  conflictivas. En tal sentido, una unidad  de dos se estabiliza y confiere sentido a su actividad como referencia a un tercero” 

En el enfoque estructural, se precisa que cuando una  familia se encuentra sometida a presión interna originada en la evolución de sus propios miembros y subsistemas y a la presión exterior originada en los requerimientos para acomodarse a las instituciones sociales significativas que influyen sobre los miembros familiares, “ La respuesta a estos requerimientos, tanto internos como externos, exige una transformación constante de la posición de los miembros de la familia en sus relaciones mutuas, para que puedan crecer mientras el sistema familiar conserva su continuidad”. En este proceso de cambio y de continuidad las dificultades para acomodarse a las nuevas situaciones son inevitables “Los procesos transicionales de adaptación a nuevas situaciones, en los que la falta de diferenciación y la angustia que caracteriza a todos los nuevos procesos, pueden ser considerados  erróneamente como patológicos”. Sin embargo, “el enfoque de la familia como un sistema social en transformación esclarece la naturaleza transicional de determinados procesos familiares”. Requiere una exploración “de la situación cambiante de la familia y sus miembros y de sus dificultades de acomodación”.

En el mismo sentido, Jesús Rojas Arredondo y Pep Vivas i Elias  (2009) en el texto Dinámica de los grupos, resumen los elementos   que conforman  los procesos estructurales, indicando que  existen  dos dimensiones o categorías. Según  Cartwright y Zander (1971); Blanco y Fernández-Ríos (1985); Marín y Garrido (2003) La primera de estas dimensiones se refiere a “los procesos más bien estáticos, que si bien es cierto surgen una vez que el grupo se ha conformado y le dan vida, también es verdad que se orientan en una dirección que explica al grupo de una forma simple; en otras palabras: son procesos elementales, básicos y que otorgan cierta estabilidad”. En este sentido, son aquellos elementos que, en palabras de Jiménez Burillo (1981), “definen el conjunto de regularidades pautadas en un grupo y que se mantienen sin muchos cambios por un determinado tiempo”. La estructura física o algunas características de las personas que forman un grupo podrían ilustrar esta dimensión. En cambio, la otra dimensión a la que haremos referencia “considera un paso más en el proceso grupal, ya que define un tono más dinámico en el grupo.” Sherif y Sherif (1956) en el texto  (Pep Vivas i Elias, 2009) indica que la estructura se refiere a “aquellas características singulares que surgen en el lapso de las interacciones que llevan a cabo las personas y a las normas que regulan las relaciones recíprocas". Es así que  dicha desigualdad comienza a establecer “los fundamentos a partir de los que se podrá conformar la estructura”. En realidad la estructura “no es  un mero conjunto de pautas de relación entre unidades distintas, pautas que se hallan separadas entre sí, si bien mantienen algún tipo de vinculación recíproca”. La estructura  “consiste en una pauta organizacional integrada, que refleja la totalidad de las partes separadas que radican en cada individuo miembro." 

M. E. Shaw (1976) y Herder (1979) concluyen que  “…la estructura  hace referencia a la pautas de relaciones existentes entre las distintas posiciones que ocupan las personas dentro de un mismo grupo social“. Es a partir de la idea de "posición que toma una persona" como aparecen conceptos tales como rol, estatus y cohesión. 

De acuerdo a Del Cueto Ana María y Fernández Ana María, la palabra  rol proviene “del  francés Role  que tiene a su vez un origen  latino “rotulus”, Estos términos  se refieren  a un papel “ Rollo”. Desde la  teoría del rol, específicamente de la óptica  de la sociología  funcionalista, se ha desarrollado en función del concepto de “posición”. Por  su parte, Hare (1962) señala que rol “se relaciona con el conjunto o pauta de comportamientos que se esperan de alguien que se vincula con una determinada posición dentro de un grupo.”

“Se refiere al conjunto de expectativas que comparten los miembros  en relación con el comportamiento de una persona que ocupa una determinada posición.” "el rol  da cuenta de cualquier conjunto de conductas y comportamientos que una persona exhibe de modo característico dentro de un grupo. El rol  es aquella pauta de comportamientos esperados de alguien que ocupa una posición determinada dentro del grupo. Confirma o no las expectativas que se tienen al respecto.” “El rol  consiste en una serie de acciones específicas, diferentes y estrechamente vinculadas a cada rol que interpretamos”. “Cumplir un rol supone comportarse y asumirlo según los patrones, las pautas o las normas determinadas y asociadas exclusivamente a él.” En el análisis de Larossa y Reitzes (1993) “los roles son normas compartidas  aplicadas a los ocupantes de posiciones  sociales”.  Según Tuner (1970) “Los roles constituyen sistemas de significado que capacitan a los ocupantes del rol y a otros con los que  se interactúan para anticipar  conductas futuras  y mantener  la regularidad en las interrelaciones sociales”. Estos autores también   plantean que  a las normas asociadas  con el rol parental, se establecen mandatos  referidos a “lo que las personas deberían  conocer acerca de la conducta parental;  las habilidades que son necesarias  para desempeñar el rol  parental; las motivaciones  que se deberían  tener ante ese rol y la extensión, dirección y duración  que se deberá dar al rol parental.”  También, de acuerdo a estos autores,  los roles son flexibles “puesto  que pueden construirse diversas  identidades en un mismo rol. Ello da origen a dos Conceptos: Asunción de roles y creación de roles”, en este aspecto,  según Tuner (1962) “la asunción de roles  permite a una persona identificar las regularidades que unen a los ocupantes de un rol y alinear su conductas  de rol con los significados  del rol mantenidos por otros”. De esta forma,  Gracia y Musitu  (2000) una persona puede ponerse en lugar del  otro y “actuar de acuerdo con las expectativas asociadas al desempeño de ese rol” y por otro lado la creación de roles  se refiere a “la práctica de crear y modificar roles para hacerlos más explícitos”. Por su parte,  (Anzieu, 1978),  A.M. Rocheblave-Spenlé (1962) propuso la definición  más general y más reciente de rol “modelo organizado de conductas. Relativo  a una determinada posición  del individuo en un conjunto interaccional”. A nivel sociológico, según Linton (1945)  “la posición  que ocupa un determinado individuo  en un sistema  social definido constituye  su status en relación con ese sistema”.  

            Por su parte, Benne y Sheats (1948) elaboraron una hoja de  análisis  que diferencie  de manera operacional los roles, distinguiendo “Roles centrados en la tarea, roles de conservación  de la cohesión y roles relacionados  con la búsqueda de la satisfacción de las necesidades individuales “.Asimismo, Pichón Riviere, sostiene que “el grupo se estructura  sobre la base  del interjuego  de mecanismos de asunción y adjudicación de roles”. Por su parte, quien más ha utilizado el concepto de rol es George Mead en su libro  “Espiritu, Persona y Sociedad”, estableciéndolo  un estudio  de las relaciones interpersonales, los vínculos  sociales. 

La cohesión se refiere a la fuerza o  sentimiento que obliga a no abandonar el grupo. En otras palabras, según Vivas, Rojas y Torras (2009) “es la atracción o sentido de pertenencia que tiene el grupo atrapando a las personas que forman parte de él “. Por otro lado Festinger (1954), señala que “El concepto de cohesión  parte de la idea de que es aquella fuerza que obliga a no abandonar al grupo y a continuar adherido a él”. En otras palabras, es el atractivo que emana del grupo, su brillo y lo que atrae y hechiza a las personas que lo conforman. Esta visión relaciona de forma muy estrecha cohesión con atracción interpersonal.  Vivas, Rojas y Torras (2009) señalan que “a mayor interacción, más comunicación. Más aceptación de las normas.  Más productividad, a menos que la norma del grupo sea la de no productividad.  Más satisfacción, pues hay menos conflicto y mayor resistencia a la presión exterior.” Los autores expresan que “La cohesión  se puede medir desde cinco enfoques diferentes: Atracción interpersonal entre los miembros.  Evaluación del grupo como un todo. Se califica al grupo como tal,  Identificación con el grupo. Sentido de pertenencia, involucración e interés,  deseo expreso de permanencia. El grado de permanencia,  Índices compuestos.” Asimismo, refieren que  “La identidad es el resultado de un proceso de categorización y comparación social. “ 

Vivas, Rojas y Torras (2009)  indican que “las  normas  son pautas de comportamiento. Son patrones o expectativas de actuación compartidas en mayor o menor medida por los componentes de un grupo que prescriben el comportamiento apropiado y correcto en situaciones sociales concretas. Así, las normas  proporcionan la base para predecir ciertos comportamientos y acciones sociales.” Es así que  “Las normas como reglas de comportamiento y acción también definen obligaciones así como derechos, esto es, explican por qué podemos ser sancionados o premiados.” Asimismo, señalan que "para que la máquina social funcione es imprescindible que cada una de sus partes se relacione, se acople y se conecte con el resto siguiendo un plan de ejecución”. Canto (2002), indica que una de las características esenciales de las normas "es su carácter compartido, razón por la cual su proceso de comunicación o transmisión es muy importante”. En definitiva, según Martín-Baró (1991) “…la estructura de un grupo sería la consecuencia de un proceso meramente interpersonal y en el interior de un grupo, dependiendo sólo del carácter de las personas involucradas y de las fuerzas que puedan llegar a generarse en dichas relaciones"  

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