viernes, 16 de junio de 2017

Monsanto en el epicentro de la crisis: una mirada a la comunicación de sus propios logros, los riesgos en el medio ambiente y su impacto en los Derechos Humanos





Por Juan Carlos Márquez Mora (Chile). Licenciado en Trabajo Social Universidad de los Lagos. Diplomado internacional en Derechos Humanos y empresas en Fundación Henry Dunant - América Latina. Actualmente cursa maestría en ciencia, tecnología e innovación.




                     Cuando nos detenemos a pensar en los grandes movimientos sociales  que nacen como consecuencia de los impactos negativos en el medio ambiente, principalmente en los riesgos que provocan en la humanidad por  la utilización de tecnologías que privilegian la producción por sobre los costos y riesgos en la vida de las personas: Es Monsanto  uno de los nombre  que aparecen  asociados a muchas de esas movilizaciones y campañas que han congregado a millones de personas que se manifiestan en defensa de la vida y de su entorno.                       

                         Monsanto, durante sus más de 100 años de existencia ha sido beneficiada por un Marco legal universal que le ha permitido operar impunemente,  impactando en forma negativa  en el medio ambiente del planeta y en la salud de las personas. Sin embargo,  esa realidad se modifica (Vara, 2012) “a partir de la acumulación de denuncias de movimientos sociales, apoyados por la red transnacional de protesta, en relación con los problemas de salud en poblaciones rurales o peri-urbanas, vinculados al uso de agroquímicos”. Por lo tanto, la  impunidad comienza a cambiar no solo en Argentina  (Vara, 2012) “con las Madres de Ituzaingó, una agrupación de vecinas de esa localidad periurbana de la provincia de Córdoba, que denunciaron casos de cáncer y malformaciones atribuidos a las fumigaciones de los campos de soja”, sino que en el resto del planeta por un sinfín de hechos aislados  que logran acumularse  en una voz universal. Ahora bien, el descontento hacia la transnacional Monsanto se arrastraba sin amplificación por varias décadas; pero sin lugar a dudas y tal cual lo expresa en sus distintas publicaciones Ana María Vara, las denuncias de los movimientos sociales cumplen un rol importante  para el cambio de opinión de la comunidad internacional hacia dicha Compañía, logrando un hito en el descontento mundial en el año 2011 donde el malestar  se exterioriza a través de la Campaña internacional denominada: “Millones contra Monsanto”  la que congregó a millones de personas de distintas naciones del mundo para protestar contra esta Compañía. La Campaña Millones Contra Monsanto fue “iniciada por la Asociación de Consumidores Orgánicos para contrarrestar el abuso de la biotecnología de Monsanto, defender la agricultura campesina, la soberanía alimentaria, la alimentación tradicional y las semillas originarias” (ONG, millones contra Monsanto, 2011). Es durante el año 2011,  donde se producen varios fenómenos y acontecimientos  que  involucran a la transnacional:  Las acciones Judiciales de  las Madres de Ituzaingó  en Córdoba (El Mundo, 2013); la prohibición de las mieles que contenían rastros de polen del maíz transgénico MON810 de Monsanto por parte de la UE; los más de 300 casos de contaminación por transgénicos conocidos en todo el mundo durante ese año; la celebración de la conferencia europea por la soberanía alimentaria realizada  en Austria en agosto  del 2011, la demanda presentada por la Autoridad Nacional de Biodiversidad contra Monsanto por biopiratería;  las acciones de Greenpeace en Julio de ese año denunciando que Monsanto  producía semillas de dos variedades de maíz transgénico desacatando la legislación sobre  bioseguridad, las denuncias del Gobierno Indio en  julio de 2011 sobre control monopólico de la producción del algodón, las protestas en  marzo de 2011 del  Movimiento de Trabajadores Sin Tierra, La Vía Campesina y otros movimientos sociales contra el uso excesivo de agroquímicos en Brasil,  las revelaciones en  agosto de 2011 del  Servicio Geológico de Estados Unidos  sobre hallazgos  de partículas de glifosato  en el agua de lluvia y los ríos de la cuenca del Mississippi usado en los cultivos transgénicos;  la creación de la alianza para la Soberanía Alimentaria en África en diciembre de 2011( Zacune, 2012), entre otras acciones y acontecimientos que involucran a Monsanto, revierten el cómodo panorama mundial del que gozaba esta trasnacional. Por lo tanto, es en este contexto, principalmente las convulsiones de los movimientos sociales ecologistas y campesinos enmarcados en la Campaña “Millones contra Monsanto”  del año 2011, por el que he decidido analizar  la forma y el fondo en que   Monsanto comunica sus logros en medio de esta crisis: La protección al medio ambiente, beneficios sociales, sustentabilidad, actores sociales, aporte a los DDHH.

                Dicha comunicación de la Transnacional, materializada a través del Informe de Sustentabilidad 2011, da cuenta de los  riesgos en su accionar tecnológico, minimizando  la problemática ambiental y de salud, pero  fortaleciendo su  compromiso con el ecosistema y con los Derechos Humanos, lo que en aquel año  era fuertemente cuestionado por la comunidad Internacional  y que hasta el día de hoy continua siendo la bandera de lucha de los actores sociales comprometidos con el medio ambiente.

                       De acuerdo al Informe de Sustentabilidad 2011 de la Transnacional Monsanto, la Compañía exhibe su contribución al desarrollo sostenible a través de los beneficios asociados al uso de semillas genéticamente modificadas y de agroquímicos. Demuestran su compromiso ambiental mediante el incentivo de iniciativas orientadas tanto al aumento de la productividad agrícola como a la reducción de su impacto, además de destacar su labor social a través de la generación de oportunidades y herramientas que permiten mejorar las condiciones económicas y de vida de la comunidad. Particularmente, se hace referencia al aporte ecológico de sus programas, aludiendo al cumplimiento de metas como la reducción del uso de agua y energía, además de baja en la emisión de gases de efecto invernadero. En sí mismo, el informe plantea una serie de indicadores que muestran su fuerte compromiso con las directrices internacionales, principalmente con la reducción del hambre, mitigación contra el cambio climático, conservación de los recursos naturales y el fomento del desarrollo rural.

La problemática con respecto a los planteamientos del informe se evidencia en el discurso utilizado por la transnacional, pero principalmente se sustenta en lo que Foucault (2008) señala respecto al discurso, la idea del poder y del saber en la práctica. En sí mismo, la práctica discursiva del informe presenta un sesgo hacia el beneficio de sus actividades, omitiendo información respecto a las desventajas asociadas a sus productos tanto en aspectos sociales como ambientales. Por ejemplo, el informe no hace referencia a los potenciales problemas de salud asociados al uso de organismos genéticamente modificados y de agroquímicos (Gianfelici, 2009). Así mismo, el informe menciona los beneficios de sus productos para el aumento de la productividad de un cultivo, ya sea mediante el uso de una determinada semilla o agroquímico, no obstante, no menciona los impactos negativos que tienen estas prácticas sobre la biodiversidad a nivel genético, específico y eco sistémico (FAO,2015).  Además, omiten los impactos asociados a la expansión del agro y al uso de monocultivos como son la presentación de procesos erosivos, desforestación y fragmentación de hábitats (Samaniego, 2012). Por otro lado, el informe evidencia el predominio de un discurso hegemónico y tecnocrático en el agro, invisibilizando tanto a campesinos como a otros tipos de producción (Cadenazzi, 2009). La compleja tecnología que ha desarrollado la industria agraria transnacional ha profundizado las brechas tecnológicas, económicas y sociales entre los pequeños agricultores y la gran industria, lo que ha impulsado la migración de comunidades agrarias hacia la ciudad o el sometimiento de estas a la dirección y tecnificación de la transnacional (Brand, 2005), conllevando a la pérdida de identidad, cultura y cosmovisión de las comunidades rurales o indígenas (Cadenazzi, 2009). Según lo descrito por la FAO (2015), las directrices que contempla el desarrollo de una agricultura sostenible, se enmarcan en el equilibrio de lo social, económico y ambiental, no obstante, enfatiza el rol de la gobernanza como un proceso transversal y esencial. Jessop (1998), Stocker (1998) y FAO (2015) indican que el proceso de gobernanza implica la interacción entre diferentes actores con el fin de construir un consenso a través de relaciones de coordinación, interdependencia y cooperación, además señalan que los procesos asociativos se fundan en la premisa de que los actores involucrados deben compartir conocimientos en la búsqueda de un consenso y retroalimentación. A partir de esto, la realidad tras el éxito expuesto por parte de Monsanto, evidencia una pérdida de la diversidad productiva y cultural de América Latina, excluyendo la consecución de saberes ancestrales y tradicionales en relación a la agricultura, lo que se traduce en la perdida de la heterogeneidad del conocimiento y en la vulneración de derechos y cosmovisiones del mundo agrícola.

En síntesis, el informe de Monsanto, se construye como éxito a través de la presentación de una serie de indicadores sociales y ambientales, no obstante, Foucault (2008), señala que tanto indicadores como sus promedios son, en su mayoría, cifras que enmascaran tremendas desigualdades sociales, económicas, culturales y educacionales.

Respecto a los principales actores involucrados en estas  políticas desarrolladas por Mosanto  son:  ONG´s ambientales (agrupadas bajo la forma de Grupo de Defensa de los  Ciudadanos), pequeños y medianos productores,  comunidades aledañas, trabajadores de la empresa y estructuras de poder relacionadas al Estado

Actores beneficiados: La política de derechos humanos y  el modelo de desarrollo implementado por Monsanto en Argentina tiene como principales benefactores a actores externos a los alcances ambientales de las operaciones de la compañía.

La política de apoyo a programas de desarrollo se concentra a través de su programa Semillero de Futuro. Un análisis simple de los beneficiados por el programa demuestra que alrededor del 50% de los beneficiados corresponden a instituciones que no tienen relación con la naturaleza de los problemas que genera la compañía en materia medioambiental. Este 50% se concentra en instituciones de tipo Cooperadora Escolar, Taller Protegido/Escuela Especial y Obispado/Cáritas. Esto contradice el Informe del Representante Especial del Secretario General donde detalla que “como la obligación de respetar los derechos es una expectativa básica, una empresa no puede compensar el prejuicio causado a los derechos realizando actos de beneficencia en otra parte”.

Los otros beneficiados son los propios trabajadores de la empresa, los cuales cuentan con una serie de capacitaciones y aseguramiento de derechos humanos en el marco del aseguramiento del cumplimiento de buenas condiciones de trabajo.

 Actores Afectados: Los principales actores afectados son los pequeños y medianos productores, los modelos de agricultura familiar y las comunidades aledañas a las vastas tierras donde se aplican los cultivos de Monsanto. El impacto de las fumigaciones, desplazamiento de comunidades y pueblos indígenas, contaminación por el uso de herbicidas y agrotóxicos y sobre todo proceso de concentración y centralización de capitales en la agroindustria y en la provisión de semillas lo que ha generado una pérdida en el poder de decisión de los afectados. Asimismo, (Varas, Piaz, Arancibia. 2012) “tampoco hay muchos estudios sobre cuáles son sus efectos en los organismos del suelo, el agua. Aparecen estudios de que tiene efectos en la salud de la gente, encima en Argentina hay muchos casos de fumigaciones cerca de viviendas, pueblos, que no es para lo que está hecho el glifosato, que se tiene que aplicar en cultivos”

Monsanto al trabajar en un área extremadamente sensible como son los productos alimenticios de consumo humano y la actividad agrícola, la cual representa la fuente de trabajo enorme para la población rural de la región y un porcentaje importante del PIB en los  países de la región Latinoamericana. Específicamente en Argentina  el 20 % de las exportaciones del año  2015 fueron de la industria agropecuaria. Esto implica que los derechos en juego a través de  la actividad de Monsanto  son  enormes dada la extensión y relevancia de sus actividades, pudiendo afectar no sólo a sus trabajadores, comunidades cercanas, economía regional y nacional, a los consumidores de sus productos, al  medio ambiente, la biodiversidad y al ecosistema.

            Tanto el informe de sustentabilidad de Monsanto del año 2011, como el código de conducta de la empresa poseen  secciones en que se refieren explícitamente al compromiso de la empresa por el respeto por los Derechos Humanos y el medio ambiente.

Monsanto en su informe adhieren en el ejercicio de  su actividad empresarial y comercial a los principios rectores sobre las empresas y los derechos humanos de Naciones Unidas, Marco conceptual Ruggie, sin embargo no hace mención explícita a ningún instrumento internacional de derechos humanos, utilizando un lenguaje bastante vago e impreciso en que se suele confundir los derechos humanos con valores éticos o integridad

 El informe de sustentabilidad sólo aborda el compromiso con los derechos humanos de los trabajadores de la empresa excluyendo cualquier referencia a los derechos humanos que potencialmente podrían estar afectados por su actividad en un radio más amplio que los muros de su establecimiento. Excluye explícitamente sólo: “no  al trabajo forzado, no al trabajo infantil, horas máximas de trabajo, seguridad, no discriminación ni hostigamiento, libertad de asociación, compensaciones y medio ambiente”.

En el ámbito medio ambiental, el informe invoca las certificaciones,  entre ellas la ISO 14001 ,  la principal limitación con ISO 14001 que no hay requisitos específicos. Esto quiere decir que una empresa con metas muy ambiciosas y una con metas más modestas, pueden ser certificadas por igual. En algunos casos, una certificación ISO 14001 sólo significa que la empresa ha desarrollado un plan de protección ambiental y que está cumpliendo con las leyes nacionales referentes al medio ambiente, mientras que para otras, implica mucho más que eso.  La única mención a una posible vía para exigir el cumplimiento de la política de derechos humanos es la referencia a líneas telefónicas abiertas para posibles reclamaciones y casillas de correo en las cuales los empleados pueden hacer llegar sus inquietudes o preguntas, o bien denunciar alguna violación a cualquier política de control interno. Estas inquietudes y preguntas pueden realizarse en forma anónima y confidencial.

La política de protección de derechos humanos del informe de sustentabilidad 2011 de Monsanto Latinoamérica Sur es bastante reducida, limitándose a tener como únicos destinatarios a sus trabajadores, omitiendo cualquier referencia a una política de respeto de derechos humanos de las  comunidades cercanas o de los consumidores de sus productos. A la luz de lo antes dichos la políticas de derechos  humanos contenida en este informe de sustentabilidad parece ser incompleta e insuficiente para hablar de una debida diligencia exigida en el  marco conceptual ONU de empresa y derechos humanos.

Así dentro de los derechos humanos no considerados en  este informe y que podrían ser afectados por la actividad de Monsanto, es posible enumerar sucintamente:

-Derecho a la vida y a la integridad física vinculado con la bioseguridad. En consideración de los riesgos potenciales de los productos genéticamente modificados y de los agroquímicos, especialmente Round up formalmente declarado como potencialmente cancerígeno por la OMS en abril del 2016.

- Ausencia  de una política de género en el informe

- Ausencia de referencia a los derechos de las comunidades indígenas (Declaración universal de los pueblos indígenas ONU y convenio OIT 169)

-Biodiversidad (Convenio  sobre la biodiversidad 1992  y Protocolo de Cartagena sobre bioseguridad)

Por otro lado,  en el informe Monsanto intenta adherir a los principios de integración y  diversidad:

-Uso de trabajadores migrantes: según lo que ellos manifiestan buscan que dentro de sus campamentos de trabajadores temporales, estos tengan todo tipo de asistencia,  infraestructura adecuada para la permanencia digna. Además de cumplir con   las obligaciones legales sobre migración.

-Política de diversidad e inclusión: Comunican en su informe que incorporan a mujeres a sus actividades que no se presenten riesgos, impulsando el crecimiento profesional y laboral. Además,  según lo mencionado en su informe,  incentivan al cuidado de la salud y condiciones de trabajo adecuado.

-Generación de empleo de todo tipo en zonas de influencia: es de interés el crecimiento de sus operaciones y por la magnitud de estas, generan oportunidad de trabajo, impulsando el crecimiento económico de las comunidades,  mejorando su condición de vida.

En lo positivos, se  destaca el aporte de Monsanto al desarrollo de la ciencia,  la tecnología e innovación. Introduciendo maquinarias,  herramientas y tecnologías sofisticadas que han permitido mejorar los procesos productivos en cuanto a rendimiento, disminución de costos, ahorro de tiempo. Así mismo, ha incorporado al mercado innovaciones, especialmente en la modificación de semillas y procedimientos creativos para aumentar la variedad de estas. Monsanto, ha realizado una importante contribución a la ciencia, con la presencia de laboratorios y estudios que le han permito alcanzar un gran protagonismo en el contexto científico mundial.

Las áreas de negocios  que desarrolla Monsanto Latinoamérica  Sur,  de los que da cuenta  en el reporte de Sustentabilidad año 2011, se refieren a  tres categorías: Semillas y biotecnología, protección de cultivos y Vegetales. En cuanto a  Semillas y Biotecnología, Monsanto se ha caracterizado por introducir innovaciones en el plano de las semillas, interviniéndolas y mejorándolas. Sin embargo,  en este proceso lo que realmente realiza es modificar la cadena del ADN  de las  semillas autóctonas y nativas, introduciéndole productos químicos que transforman a estas  semillas en elementos más duraderos y resistentes a las plagas. Por lo tanto, esta modificación no solo afecta la forma  de la semilla,  sino que también su esencia, lo que puede transformarse en un elemento perjudicial para la salud humana. Si bien, la alteración en el ADN de estas semillas se realiza para mejorar el producto, no es menos cierto que aún se continúan aplicando pesticidas ya que estos cultivos no son inmunes a la presencia de enfermedades. Ahora bien,  al consumir productos genéticamente modificados, el organismo humano ingiere elementos que no se encuentran en la naturaleza y cuyo procesamiento podría ocasionar algunas patologías relevantes en las personas, dado que el ser humano se enfrenta a una alteración del ADN sin experiencia empírica sobre las consecuencias en el organismo. Respecto a la Protección de cultivos y vegetales: Monsanto se caracteriza por producir agroquímicos de alto impacto en la comunidad. En su estudio de sustentabilidad destacan  el Herbicida Roundup que combate plagas y malezas. Sin embargo, existen antecedentes significativos respecto  al daño que estos herbicidas ocasionan en la salud de las personas, no solo al exponerse en los procedimientos de aplicación del agroquímico, sino por los residuos que quedan de este producto en los alimentos de consumo humano  o bien  por la contaminación que provocan en las aguas, especialmente en las napas subterráneas. El principal componente del Roundup es el glisofato,  químico que se encuentra asociado a patologías tales como  Deficiencias nutricionales y toxicidades sistémicas. En tal sentido, Monsanto, ha comercializado este producto con publicidad engañosa, señalando  que se trata de un producto biodegradable y amigable con la naturaleza, lo que escapa completamente de la verdad.  (Vara, 2004)  habla de “la crisis ambiental causada por el uso intensivo del glifosato y, en general, por el impacto del monocultivo de soja”, a lo que se unen otras semillas, como el maíz y el trigo que provocan un agotamiento de la tierra, dada la poca rotación de los cultivos y la utilización intensiva de glifosato.

             Entonces, Monsanto, en su accionar afecta los derechos fundamentales de las personas, pero no solo en el ámbito de la salud, sino que en los procesos culturales de las comunidades, quienes se han visto obligadas a cambiar sus costumbres y tradiciones, arraigadas en sus vegetales y semillas, las cuales han sufrido alteraciones no solo por la incorporación de transgénicos, sino por la contaminación que se produce en los cultivos y huertos de las comunidades rurales, provocando verdaderas mutaciones en los almácigos y cultivos. Entonces,  tanto en Perú, Chile, Argentina y México, casi han desaparecido las semillas nativas, que en su composición son más sanas, pero que también implican una carga cultural e histórica significativa, dado la importancia especialmente del maíz en lo que son las raíces y símbolos que se arrastran desde nuestros pueblos autóctonos: Los Mayas, Aztecas e Incas, civilizaciones que dejaron como herencia cultural y de sobrevivencia estas semillas, las que hoy han sido alteradas por Monsanto, generando un dominio intelectual y legal sobre los cultivos de nuestros pueblos originarios.

En definitiva, al analizar el informe de sustentabilidad de Monsanto 2011, es posible concluir y proponer lo siguiente:

El informe de Sustentabilidad de Monsanto 2011  no registra ningún tipo de referencia concreta de comunicación con la población afectada,  a pesar de ser considerada como actores, no se tiene un dato duro que dé cuenta de socialización o consultas con la ciudadanía. Se debe realizar un acercamiento con la comunidad en las zonas de influencia: conocer sus necesidades y daños que pueden afectarles.

La responsabilidad social empresarial debe estar en concordancia con la actividad comercial y proporcional al grado de impacto que tiene en la comunidad, con planes de mitigación e intervención directa  y no percibirse las acciones de reparación como caridad o beneficencia.

No se tiene ningún tipo de información de los efectos y alteraciones  en los territorios rurales,  por uso de agroquímicos y uso de transgénicos. Debería hacerse un seguimiento que dé cuenta de efectos potenciales y con base científica comprobada para tener una base real de intervención para remediar cualquier daño en pro de la transparencia  invocada por la empresa.

 Se deberían establecer mecanismos extrajudiciales de resolución de conflictos  con la comunidad propiciados por la empresa y que evidencie las respuestas por parte de la Compañía y la comunidad.

Adecuación de la empresa con su política interna para reducir el daño que puede provocar por uso inadecuado de paquetes tecnológicos agrícolas  y de material genético modificado en zonas con riqueza genética nativa y biodiversidad. Para lo cual es conveniente implementar políticas regulatorias gubernamentales tendientes a la protección del hábitat de las personas. (Varas, Piaz, Arancibia. 2012) incorporando un “marco regulatorio de la biotecnología agrícola en la Argentina, concentrándose en cuestiones de riesgo biofísico y sumando cuestiones que tienen que ver con el comercio exterior”, lo que debería ser sancionado para todas las naciones en donde opere Monsanto, incluidas otras empresas relacionadas con los transgénicos y la utilización de agroquímicos.

 Nula consideración de la herencia cultural de las zonas de intervención. La empresa debe realizar planes de adecuación de sus políticas internas en vista de realizar una interferencia armónica en la comunidad, asimismo se necesita política pública que resguarde y  mantenga  las raíces de las comunidades rurales.

            Se debe considerar ampliar la política interna de diversidad e inclusión, considerando la vinculación de personas con discapacidades que puedan realizar trabajos de acuerdo a sus limitaciones.

 Intervenir transversalmente la política empresarial, productiva, comercial y de recursos humanos  con una visión de género.

El enfoque en el que debe realizar el informe de sustentabilidad que presentan debe estar dirigido al cumplimiento de las políticas de derecho humanos en general, especialmente los derechos económicos sociales y culturales,  y no sólo conformarse con  del cumplimiento de las leyes vigentes del país que realizan sus actividades.

Es importante que Monsanto interprete la queja de actores sociales, no como una señal de guerra sino que como elementos que le permitan modificar su conducta de explotación irracional de los recursos naturales. No puede (Vara,2012) “hablarse de un rechazo a la novedad por sí misma, sino a su impacto radical en el mercado laboral, a los medios de vida de sectores organizados, que tomaron conciencia y fueron capaces de responder”.

Finalmente, deseo concluir este análisis con una frase de Mokyr 1990-1992:

resistance as a force that shapes technology which requires an adequate analysis : la resistencia a sus políticas tecnológica como una fuerza que  requiere un análisis adecuado”. Porque tengo la convicción, que este informe de sustentabilidad no logró interpretar esa fuerza de la comunidad internacional que se hizo sentir en el año 2011 en casi todos los países y continentes del mundo a través de la Campaña internacional denominada: “Millones contra Monsanto”. En este informe, la Compañía hizo oídos sordos al clamor universal por un mejor ambiente y un planeta más saludable  y por lo tanto, no logró recoger ni interpretar el malestar ni las quejas de la ciudadanía.



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- El Mundo (2013), Página Web:



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