
El TANDAR, Tándem Argentino, es un acelerador electrostático de partículas que permite generar y enfocar un haz de iones de dimensiones microméricas con gran precisión. De esta manera se puede barrer y modificar una muestra. El TANDAR, al igual que otros proyectos de gran envergadura en Argentina, es un considerado caso de Big Science llevado a cabo en el país.
El término Big Science se le adjudica a aquellos proyectos que cuentan con una importante cantidad de personal calificados que interactúa en el desarrollo del proyecto tales como científicos, ingenieros, técnicos, etc., una cantidad numerosa de instrumentos y tecnología moderna que permita la puesta en marcha de equipos avanzados tales como reactores, satélites, telescopios donde el financiamiento supera tranquilamente los 30 millones de dólares. Es por eso, que debido al costo, estos proyectos están acompañados de la participación del Estado que garantiza la viabilidad de los mismos.
En muchos casos la Big Science no se vincula a los países latinoamericanos ya que se tratan de proyectos que están prohibidos para aquellos que no cuentan con la infraestructura necesaria para su correcto funcionamiento. Sin embargo, los países que han logrado casos de Big Science, han tenido que atravesar numerosos obstáculos para alcanzar su funcionamiento.
El caso del acelerador TANDAR es un proyecto cuya contribución fue exclusivamente a la ciencia básica e hizo ubicar a la Argentina como el país con el segundo acelerador electrostático más grande del mundo en aquel tiempo. Surgió en el periodo de la dictadura militar, en un contexto de mucho autoritarismo y terrorismo de Estado. Si bien no era un momento óptimo para el desarrollo de física experimental ya que se contaba con poco presupuesto y la Asociación Física Argentina (AFA) no poseía una fuerte influencia en ese entonces, se decidió comenzar con la construcción impulsada por el Departamento de Física Nuclear de la CNEA aprovechando la iniciativa de la puesta en funcionamiento de un plan nuclear que estaba destinado al autoabastecimiento energético.
El proyecto TANDAR pasó de la etapa del escepticismo, al no tenerse mucha fe de lograr convencer a las autoridades para su realización, a una etapa de crítica por no haberse consultado previamente a otros sectores sobre alternativas de utilidad y sobre considerar áreas de mayor prioridad. Sin embargo, los frutos han quedado de manifiesto en la actualidad donde se han realizado trabajos variables desde microanálisis multielemental para determinar microdistribuciones en tejidos cancerosos de drogas de potencial interés, contaminantes medioambientales en el sistema de subterráneos de Buenos Aires hasta micromaquinado de piezas como guías de onda para satélites.
El presente trabajo desarrolla en primera instancia una breve descripción del contexto histórico en el cual fueron dándose la aparición de los diferentes aceleradores en Argentina. Posteriormente, se presentan los acontecimientos históricos del propio acelerador TANDAR así como también las principales actividades que se llevan a cabo desde su funcionamiento como es el caso de los eventos del TANDAR abierto.
El término Big Science se le adjudica a aquellos proyectos que cuentan con una importante cantidad de personal calificados que interactúa en el desarrollo del proyecto tales como científicos, ingenieros, técnicos, etc., una cantidad numerosa de instrumentos y tecnología moderna que permita la puesta en marcha de equipos avanzados tales como reactores, satélites, telescopios donde el financiamiento supera tranquilamente los 30 millones de dólares. Es por eso, que debido al costo, estos proyectos están acompañados de la participación del Estado que garantiza la viabilidad de los mismos.
En muchos casos la Big Science no se vincula a los países latinoamericanos ya que se tratan de proyectos que están prohibidos para aquellos que no cuentan con la infraestructura necesaria para su correcto funcionamiento. Sin embargo, los países que han logrado casos de Big Science, han tenido que atravesar numerosos obstáculos para alcanzar su funcionamiento.
El caso del acelerador TANDAR es un proyecto cuya contribución fue exclusivamente a la ciencia básica e hizo ubicar a la Argentina como el país con el segundo acelerador electrostático más grande del mundo en aquel tiempo. Surgió en el periodo de la dictadura militar, en un contexto de mucho autoritarismo y terrorismo de Estado. Si bien no era un momento óptimo para el desarrollo de física experimental ya que se contaba con poco presupuesto y la Asociación Física Argentina (AFA) no poseía una fuerte influencia en ese entonces, se decidió comenzar con la construcción impulsada por el Departamento de Física Nuclear de la CNEA aprovechando la iniciativa de la puesta en funcionamiento de un plan nuclear que estaba destinado al autoabastecimiento energético.
El proyecto TANDAR pasó de la etapa del escepticismo, al no tenerse mucha fe de lograr convencer a las autoridades para su realización, a una etapa de crítica por no haberse consultado previamente a otros sectores sobre alternativas de utilidad y sobre considerar áreas de mayor prioridad. Sin embargo, los frutos han quedado de manifiesto en la actualidad donde se han realizado trabajos variables desde microanálisis multielemental para determinar microdistribuciones en tejidos cancerosos de drogas de potencial interés, contaminantes medioambientales en el sistema de subterráneos de Buenos Aires hasta micromaquinado de piezas como guías de onda para satélites.
El presente trabajo desarrolla en primera instancia una breve descripción del contexto histórico en el cual fueron dándose la aparición de los diferentes aceleradores en Argentina. Posteriormente, se presentan los acontecimientos históricos del propio acelerador TANDAR así como también las principales actividades que se llevan a cabo desde su funcionamiento como es el caso de los eventos del TANDAR abierto.
El 31 de Mayo de 1950, durante la presidencia de Juan Domingo Perón, se crea la Comisión de Energía Atómica (CNEA) a cargo del Dr. José A. Balseiro. El período 1950-1958 es considerado como la primera etapa de consolidación del desarrollo nuclear argentino en donde comienzan a organizarse equipos de trabajo de investigación y desarrollo y la formación del personal dentro y fuera del país.
Posteriormente, la CNEA lleva adelante la creación del Laboratorio de Investigaciones Nucleares en la Universidad Nacional de Tucumán y en 1952 se toma la decisión de adquirir un sincrociclotrón más la construcción de las obras civiles requeridas para que sea ubicado en la Sede Central. Para este fin, se firma un contrato con la empresa holandesa Philips que se comprometía a entregarles el equipo dos años más tarde, entrando en modo operativo el 5 de Noviembre de 1954. Unos cuatro años más tarde, se realizaron mejoras en el sincrociclotrón que consistieron, por un lado, en la puesta en servicio de un sistema deflector magnético y, por otro lado, se agregó una estructura que permitiera el uso de un haz externo de deuterones cuyos equipos electrónicos fueron diseñados y fabricados completamente en las instalaciones de la CNEA.
El sincrociclotrón ha sido utilizado en numerosos trabajos de investigación científica y tecnológica para estudios en las áreas de la medicina, química, física, nuclear y electrónica. A partir de 1960 se comenzó a darle utilidad en la producción de radioisótopos para ser usados en aplicaciones tecnológicas.
Luego de la decisión de incorporar un sincrociclotrón, la CNEA también resuelve instalar, en 1953, un acelerador lineal del tipo Cockcroft-Walton de 1.2 MV en la Sede Central. El equipo brindaba la posibilidad de acelerar deuterones y partículas alfa alcanzando energías de hasta 28 MeV, lo cual permitió la formación de grupos de científicos en el área de la física experimental.
Por otro lado, el Dr. físico experimental Meckbach, quién se convertiría posteriormente en el precursor de la física de colisiones atómicas en Argentina y un experto en aceleradores de baja energía luego de pasar algunos años como docente e investigador en el Instituto Balseiro y el CAB, tenía conocimiento del acelerador Cockcroft-Walton de 1.2 MV y de uno menor de 300 kVen construcción a cargo del Dr. Kowalewski con algunos problemas de estabilidad de la fuente de iones y en las altas tensiones. En 1956 comenzó a pensar la posibilidad de realizar un pequeño Cockcroft-Walton para situarlo en Bariloche con el fin de que provea neutrones. La construcción del acelerador de hasta 120 kV comienza a construirse en 1957 y fue ubicado en las instalaciones del Centro Atómico de Bariloche (CAB). La fuente de iones fue encarado por él mismo en colaboración con uno de sus pares.
Posteriormente, la CNEA lleva adelante la creación del Laboratorio de Investigaciones Nucleares en la Universidad Nacional de Tucumán y en 1952 se toma la decisión de adquirir un sincrociclotrón más la construcción de las obras civiles requeridas para que sea ubicado en la Sede Central. Para este fin, se firma un contrato con la empresa holandesa Philips que se comprometía a entregarles el equipo dos años más tarde, entrando en modo operativo el 5 de Noviembre de 1954. Unos cuatro años más tarde, se realizaron mejoras en el sincrociclotrón que consistieron, por un lado, en la puesta en servicio de un sistema deflector magnético y, por otro lado, se agregó una estructura que permitiera el uso de un haz externo de deuterones cuyos equipos electrónicos fueron diseñados y fabricados completamente en las instalaciones de la CNEA.
El sincrociclotrón ha sido utilizado en numerosos trabajos de investigación científica y tecnológica para estudios en las áreas de la medicina, química, física, nuclear y electrónica. A partir de 1960 se comenzó a darle utilidad en la producción de radioisótopos para ser usados en aplicaciones tecnológicas.
Luego de la decisión de incorporar un sincrociclotrón, la CNEA también resuelve instalar, en 1953, un acelerador lineal del tipo Cockcroft-Walton de 1.2 MV en la Sede Central. El equipo brindaba la posibilidad de acelerar deuterones y partículas alfa alcanzando energías de hasta 28 MeV, lo cual permitió la formación de grupos de científicos en el área de la física experimental.
Por otro lado, el Dr. físico experimental Meckbach, quién se convertiría posteriormente en el precursor de la física de colisiones atómicas en Argentina y un experto en aceleradores de baja energía luego de pasar algunos años como docente e investigador en el Instituto Balseiro y el CAB, tenía conocimiento del acelerador Cockcroft-Walton de 1.2 MV y de uno menor de 300 kVen construcción a cargo del Dr. Kowalewski con algunos problemas de estabilidad de la fuente de iones y en las altas tensiones. En 1956 comenzó a pensar la posibilidad de realizar un pequeño Cockcroft-Walton para situarlo en Bariloche con el fin de que provea neutrones. La construcción del acelerador de hasta 120 kV comienza a construirse en 1957 y fue ubicado en las instalaciones del Centro Atómico de Bariloche (CAB). La fuente de iones fue encarado por él mismo en colaboración con uno de sus pares.
Figura 1: Pequeño acelerador tipo Cockcroft-Walton de 120 kV ubicado en el CAB. Izquierda: Fuente de iones RF montada sobre una columna de electrodos de aceleración alimentados por una cadena resistiva de divisor detensiones. En un plano posterior se observan dos columnas de capacitores de papel embebido en aceite. Derecha: góndola de comandos donde las Fuentes de tensión y corriente que controlan las condiciones de la fuente de iones están montadas sobre columnas aislantes.
Pasado el tiempo, Meckbach lanzó la propuesta de trasladar el acelerador de Kowalewski que se encontraba en Buenos Aires para llevarlo al CAB y contar así con una fuente de neutrones por reacción D(D,n)He. Aprobado esto, se dio inicio al proceso de desmantelamiento para su posterior traslado y rearmado del acelerador en el Laboratorio de Resonancias Paramagnéticas de Bariloche, mientras se planificaba la sala que alojaría al acelerador cuya construcción estaba prevista para fines de 1960. Al regreso de Meckbach (fines de 1962) de un viaje de visita invitado por el director del
Instituto Enrico Fermi de la Universidad de Chicago, Profesor Samuel King Allison, la sala que contendría el acelerador ya estaba terminada. El acelerador fue bautizado “Kevatrón” (nombre sugerido por Allison ya que tenía uno de características similares).
Finalmente, en 1963 el Kevatrón era una máquina en pleno funcionamiento que si bien, con el tiempo recibió mejoras, se orientó hacia actividades de investigación en física atómica.
Por último, a partir de 1964, se dio inicio a la construcción de un acelerador más pequeño de 70 kV bautizado como Kevatrito. La máquina entró en operación en 1966 y brindó la posibilidad de realizar varias investigaciones de carácter internacional.
Hacia fines de los 60’s, el acelerador lineal del tipo Cockroft-Walton estaba quedando obsoleto y, además, el sincrociclotrón, instrumento clave para el desarrollo de la física nuclear en el país ya que producía haces de deuterones y partículas alfas con energías mayores a la de los ciclotrones de la época, se encontraba transitando su etapa final. Los demás aceleradores eran pequeños y permitían realizar investigaciones acotadas en términos internacionales. Entonces, comienza a plantearse el proyecto TANDAR como respuesta a la necesidad de reequipamiento para la realización de actividades de investigación en el área de la física nuclear experimental a fin de contar con un nivel de competitividad internacional en los resultados. En un principio, la iniciativa parecía descabellada al contemplar el contexto político y social en que había ingresado la Argentina en manos de la dictadura militar. Desde el comienzo se tenía el temor sobre cómo obtener financiamiento para renovar el instrumental ya que varias propuestas anteriores habían sido elevadas a las autoridades correspondientes y no habían tenido respuestas satisfactorias. Por esta razón, una buena forma de comenzar que encontró un grupo de científicos orientados a la física experimental fue la redacción de un documento denominado “Estudio para la Instalación de un Acelerador Electrostático” que se finalizó en abril de 1976 y fue presentado al director de Investigación y Desarrollo (Hugo Erramuspe) y al presidente de CNEA (Carlos Castro Madero). El documento contenía un completo análisis de los principales aceleradores de todo el mundo, una recomendación de instalar un acelerador tipo Tandem de iones pesados de unos 16 MV, una descripción de aplicaciones posibles, costos y cronograma. El estudio declaraba explícitamente:
"...encarar la instalación de la máquina con criterios que amplíen al máximo su posible impacto en la comunidad científica argentina. Para ello, su ubicación debe contribuir a facilitar su uso por estudiantes graduados y personal de las universidades y de otros organismos de investigación y desarrollo."
Se llevaron a cabo muchas reuniones buscando convencer que la idea del acelerador tenía una proyección nacional y que sería de gran beneficio a toda la institución. En aquel entonces, la CNEA estaba a cargo de las centrales nucleares y las actividades de los físicos eran consideradas de menor relevancia y se les brindaba poca atención. No obstante, el proyecto contaba con la ayuda del grupo de física teórica y la renovada actividad en el Laboratorio del Sincrociclotrón, motivo suficiente para que el Departamento de Física Nuclear de la CNEA propusiera definitivamente la compra e instalación de un acelerador electrostático entre 16 y 20 MW cuya finalidad era la investigación en el campo de la física experimental.
El costo aproximado del proyecto rondaba los 35 millones de dólares. Encontrándose el país en el comienzo de la última dictadura militar, el sueño de llevarlo a cabo parecía imposible. Sin embargo, con la presidencia de Castro Madero en CNEA, se comenzó la elaboración de un plan nuclear que estaba destinado al autoabastecimiento energético con un presupuesto aproximado de 5.500 millones de dólares durante ocho años. En este nuevo contexto, las inversiones requeridas para el acelerador representaban menos del 1% de lo propuesto para el área nuclear.
El proyecto fue aprobado durante el transcurso del mismo año por las autoridades de la CNEA y por el Estado. Tiempo después, en 1977, se adquirieron los materiales para iniciar la construcción. La proliferación del terrorismo de Estado de aquel entonces hizo que las diferentes instituciones nacionales trabajen de forma fragmentada y aislada unas de otras. Esto explicaba la rapidez con la que fue aprobado el proyecto que, si bien las inversiones eran despreciables frente al plan nuclear, el acelerador TANDAR no tuvo que transitar por las diferentes instancias de discusión y consenso con los sectores de la comunidad científica a nivel nacional para determinar el instrumento apropiado, la energía más conveniente y sus posibles aplicaciones. Además, la AFA no funcionaba durante ese período y, por lo tanto, su influencia era débil.
Con Pérez Ferreira a la cabeza del proyecto, se comenzaron a buscar candidatos para la construcción del acelerador. La CNEA recibió tres ofertas en las cuales se encontraba un modelo de la empresa High Voltage Engineering Corporation (HVEC) de Massachusetts que fue posteriormente descartado por la falta de interés de la misma empresa para realizar un acelerador de semejante potencia para un país como Argentina. Tal desmotivación llevó a considerar las dos ofertas restantes de la empresa National Electrostatics Corporation (NEC), de Wisconsin.
Cuando se firmó el contrato con NEC, no había funcionamiento de un acelerador semejante a 20MV en el mundo. Recién se estaban construyendo aceleradores similares en EEUU, Japón e Inglaterra, lo cual el entusiasmo era mayor al saber que se podría contar con un equipamiento de vanguardia que sólo otros tres laboratorios del mundo tendrían.
Figura 2: Construcción del tanque del TANDAR.
Un punto crucial en la etapa inicial del proyecto fue la dificultad de conseguir financiamiento ya que el Banco Central, a través de una circular, imponía restricciones a las compras en el exterior por un monto superior a 1 millón de dólares al contado. El contrato con NEC era por 8.2 millones de dólares, y si bien los pagos se efectuarían a medida que se fueran completando las etapas de fabricación, desde el punto de vista legal el contrato implicaba la compra al contado. Favorablemente, luego de una reunión de autoridades de la CNEA con el subgerente del Banco Central, se logró conseguir el financiamiento para el acelerador de partículas y cerrar finalmente la operación.
La construcción del TANDAR arrancaría a fines de 1977 y se trasladaría Buenos Aires a fines de 1980. Esto implicaba contar con todas las obras civiles esenciales antes de la llegada del acelerador, mientras que el resto de las oficinas y laboratorios auxiliares se finalizarían una vez concretada la puesta en marcha del mismo.
En todo ese período se tuvo que constituir grupos de trabajo formados por científicos y especialistas que conozcan cuestiones técnicas sobre el funcionamiento del TANDAR. Para ello se elaboró un plan de capacitación aunque el costo de dichas capacitaciones no había sido considerado en el proyecto. El inconveniente se vio resuelto gracias al compromiso de NEC de colaborar en la capacitación de los profesionales.
En cuanto a la búsqueda del lugar adecuado para alojar el acelerador, las alternativas eran varias y después de idas y vueltas e impedimentos, se consideró el Centro Atómico Constituyente (CAC) como el mejor lugar por estar cerca del Centro de Cómputos de la CNEA y por contar con la facilidad de acceder a los aeropuertos de Aeroparque y Ezeiza.
Un inconveniente se presentó con las cuatro hectáreas que requerían las instalaciones del acelerador ya que físicamente el CAC se encontraba entre la empresa Gas del Estado y el INTI. En un principio ambos organismos se negaron a la cesión de tierras, pero finalmente en 1978, mediante influencias políticas, se logró la cesión de las cuatro hectáreas por parte del INTI.
El siguiente paso fue realizar la licitación para iniciar la obra civil que fue ganada por la empresa Vialco S.A. Sin embargo, para la construcción del tanque a presión que iba a contener al acelerador, se contrató a Industria Mendoza Pescarmona (IMPSA) y para la ingeniería integral se contrató a Techint. Finalmente, en diciembre de 1979 se llevó a cabo la inauguración de las obras civiles que, años más tardes, se convertirían en el Laboratorio Nacional TANDAR con la llegada del acelerador electrostático.
El primer haz de iones fue lanzado en 1985, fecha en que se concluyó la obra y se realizó la Cuarta Conferencia Internacional sobre Tecnología de Aceleradores Electrostáticos como una estrategia para obtener la aprobación internacional ya que, para ese entonces, el acelerador alcanzaba los 17MV y se convertía en el segundo acelerador electrostático más grande del mundo. No obstante, la inauguración oficial ocurrió un año después, el 23 de octubre de 1986, luego de haberse realizado la primera publicación sobre un trabajo de investigación llevado a cabo en las instalaciones y con la presencia del presidente de la nación Raúl Alfonsín, el secretario de Ciencia y Técnica y científicos de Brasil, Bangladesh, Colombia, Cuba, Marruecos, México, Perú, Turquía, Yugoslavia y Tailandia. El discurso del presidente apuntó a la importancia de incorporar nuevas tecnologías que contribuyen a la autonomía del aparato productivo de un país y recordaba la frase de Jorge Sabato sobre la estrategia de incorporar tecnología en paquetes abiertos. En la misma línea, el director del Departamento de Física, Maqueda, pronunció:
Creemos modestamente haberle ganado una partida al subdesarrollo, en su propio terreno pero con nuestras propias reglas de juego. Estamos dispuestos a seguir venciendo al atraso. Sólo pedimos tener más tiempo para trabajar en aquello para lo que hemos sido capacitados y menos en seguir anacrónicos expedientes.
Varias discusiones surgieron luego de la inauguración juzgando si fue oportuna la elección de un acelerador de esas características. Las críticas se dieron tanto en la comunidad de físicos argentinos como también dentro de la CNEA y con el tiempo las discusiones se centraron en el costo del proyecto que exageradamente erróneo se informaba respecto del valor real. Un informe reflejaba un costo de casi 70 millones de dólares y un diario importante, luego de la inauguración, generó un debate al atribuir al nuevo laboratorio un valor de 100 millones de dólares. Sin embargo, autoridades del proyecto escribieron al director del diario aclarando que todo el proyecto no superó los 38.8 millones de dólares, donde 9.7 millones fueron inversiones en moneda extranjera y el resto empresas nacionales para obras civiles.
En la actualidad, el acelerador TANDAR continua operativo en las instalaciones de la UAF del CAC perteneciente a la CNEA y es un caso de Big Science que como herramienta aporta resultados de investigaciones experimentales básicas y aplicadas a la comunidad científica y donde es un espacio que permite la formación de recursos humanos, entre ellos científicos, ingenieros, técnicos, etc.
Finalmente, el Laboratorio TANDAR es gestionado por el “Grupo Acelerador” que son las personas encargadas de la operación, mantenimiento preventivo y correctivo del acelerador. También asignan los turnos para las actividades de irradiación para cumplir con los planes de investigación.
Existe un gran número de publicaciones internacionales donde posicionaban a la Argentina dentro del grupo de países que cuentan con tecnología de punta en temas de aceleradores de partícula.
En una de las publicaciones internacionales, se presentó una tabla (ver Tabla 1) que realizaba una comparación de las principales características que poseían en 1984 los principales aceleradores del mundo en el segmento de los 20MV a 30MV. Para esta fecha, el TANDAR aún se encontraba en construcción, pero aun así se tomaron en cuenta sus cualidades.
Tabla 1: Comparación entre aceleradores Tandem finalizados recientemente o en construcción.
Es notorio observar que el acelerador argentino se encontraba al mismo nivel en tecnología que los países desarrollados. Por eso, para comprender mejor esa tecnología que lo definía, se presenta a continuación los principales bloques que componen al acelerador TANDAR y una breve descripción de sus características. Sistema de generación de iones: es un conjunto de equipos que permiten conformar y obtener los haces de iones negativos para su inyección en el acelerador. El sistema puede operar a 300KV negativos dentro de un ambiente controlado de aire limpio y seco. En la actualidad, se hace uso exclusivamente de una fuente de sputtering ya que permite obtener todos los tipos de haces que se necesitan en las investigaciones.
Figura 3: Inyector del TANDAR.
Sistema de pulsado: es el encargado de pulsar el haz ya que el inyector genera haces de corriente continua. Entonces, el sistema permite la posibilidad de generar radiación durante cortos periodos de tiempo y realizar mediciones sin perturbaciones durante la interrupción. El sistema se encuentra ubicado a la entrada del acelerador y puede ser utilizado tanto para trabajar con iones livianos como pesados.
Columna aceleradora: es la sección donde, mediante la generación de un intenso campo eléctrico, se logra que los iones adquieran gran velocidad lo que se traduce en energía. La columna se encuentra por debajo del inyector y está constituida por 40 módulos de aluminio separados entre sí por postes aisladores de 60 cm de alto. Cada módulo soporta una tensión de hasta 1MV lo cual deriva en la tensión de terminal de 20MV. La potencia requerida para alimentar todos los elementos lo brindan generadores de 400Hz y 5kVA que se encuentran en las secciones muertas y el terminal. La columna
tiene un diámetro de 2.15 metros y una altura de 34.84 metros y su complejidad se debe a los elementos de vacío, monitoreo, focalización y sistemas de intercambiadores de carga necesarios para incrementar la energía de los iones emergentes.
Figura 4: Columna aceleradora del TANDAR.
Tanque de presión: es un tanque cilíndrico de acero de 7.6 metros de diámetro por 36.3 metros de altura que contiene a la columna aceleradora inmersa en una atmósfera de altas propiedades dieléctricas para evitar la descarga en forma de chispas de la tensión de 20MV. El tanque se presuriza con hexafluoruro de azufre (SF6) hasta una presión máxima de 10atm.
Figura 5: Chispa dentro del tanque del acelerador TANDAR.
Sistema de transferencia de SF6: permite la presurización del tanque del acelerador utilizando alrededor de 60 toneladas de SF6, los cuales deben retirarse y almacenarse cada vez que se requiera acceder a la columna. El almacenamiento del SF6 se hace en estado gaseoso en 2 tanques esféricos y toma aproximadamente 24 horas realizar el almacenamiento. Mientras el acelerador está operativo, existe un sistema que realiza la recirculación del SF6 a fin de eliminar la humedad y los productos de descomposición del gas que pudieran aparecer. El gas se enfría mediante el uso de un intercambiador
de calor a la entrada del tanque a fin de refrigerar los elementos del interior del mismo.
Imán analizador: con un peso de 18 toneladas, se encuentra montado sobre una base giratoria a fin de dirigirlo y alinearlo con cada una de las líneas experimentales que se desea realizar. Es un imán doblemente focalizante y posee una intensidad máxima del campo magnético de 16kGauss.
Figura 6: Imán analizador del TANDAR.
Sistema de control: permite la operación del acelerador y ejecutar todas las maniobras de obtención del haz y su transporte hasta el blanco.
Figura 7: Consola de control del TANDAR.
Luego de que el TANDAR quedara operativo en 1985 e inaugurado oficialmente un año más tarde, la CNEA comenzó a realizar visitas al laboratorio con el fin de promover y dar a conocer la tecnología de punta de aquel momento en donde investigadores nacionales y extranjeros realizaban sus investigaciones con equipamiento de primer nivel y a su vez tenían la oportunidad de dar a conocer su trabajo a familiares, compañero y amigos. También, la oportunidad se dio para invitar a autoridades y al periodismo interesado en informar los avances del país en materia ciencia y tecnología.
Se armó un cronograma que incluía la participación de todo el personal para explicar las diferentes actividades que se llevaban a cabo en las instalaciones así como también el funcionamiento del acelerador. Eran jornadas que ocupaban todo el día y además, se degustaban platos preparados en el comedor con la intención de sociabilizar e intercambiar ideas y responder a inquietudes de los visitantes sobre los laboratorios y actividades científicas en general.
Posteriormente, en 1987, se crea el “Laboratorio Cero” que consiste en un curso-taller dictado por la CNEA orientado a estudiantes de colegios secundarios, ingresantes a la universidad y al público en general que siente atracción por la ciencia y tecnología. Se dan a conocer el estado de las diversas investigaciones que se realizan en el Departamento de Física de la CNEA y las que se desarrollan en todo el país. Las actividades se realizan en el edificio del TANDAR y abarcaban temáticas en el área de la física médica, materiales condensados, energías renovables, física atómica y nuclear, ingeniería en materiales, genética, etc.
Figura 8: Folleto publicitario del evento Laboratorio Cero.
La creación de Laboratorio Cero incentivó a los participantes a formar parte con entusiasmo de la organización de la actividad “TANDAR abierto”. En la actividad realizada en 1989 asistió el doctor Eduardo Savino, gerente de Investigación y Desarrollo de ese año, y su gusto fue tal por el evento que a partir del año siguiente (1990) promovió la actividad hacia todo el CAC.
Figura 9: Izquierda: CNEA. Allí se encuentra el CAC y las instalaciones del Laboratorio TANDAR ubicado en el Partido de San Martín, Provincia de Buenos Aires. Derecha: columna de hormigón que contiene al acelerador TANDAR.
Se presentó la evolución del proyecto TANDAR como un caso de Big Science en Argentina que implicó la participación de gran cantidad de científicos, ingenieros, técnicos y autoridades políticas que pusieron sus influencias en acción a fin de quitar los obstáculos que fueron presentándose.
También pudo explicarse que, si bien el contexto socio-político de la dictadura militar estaba azotando a la Argentina, este proyecto en particular se vio favorecido al contar con una decisión determinante que permitió saltarse reuniones de discusión y debate en búsqueda de definir cuál era la mejor opción para llevar a cabo el proyecto y en qué prioridad. En contraparte, luego de arrancar operativamente, el proyecto recibió una buena cantidad de críticas relacionado a la forma en que se procedió en la toma de decisiones y el costo que implicó tal hazaña frente a otros proyectos que merecían mayor prioridad.
Sin embargo, los resultados obtenidos fueron muy buenos y las investigaciones realizadas alcanzaron un nivel de competitividad internacional tal que ponían a la Argentina dentro de los 4 países con tecnología de punta en materia de aceleradores lineales electrostáticos junto a EEUU, Inglaterra y Japón.
Además, las instalaciones del TANDAR permitieron realizar eventos como el TANDAR abierto que acercaron la ciencia al público en general y atraían a potenciales profesionales en el área de la física experimental.
Finalmente, el proyecto del acelerador TANDAR es un buen ejemplo que refleja el pensamiento de Jorge Sábato en cuanto se refiere a la adquisición de tecnología en paquetes abiertos como estrategia para la autonomía de un país en su matriz productiva científica y tecnológica sin quedar atado a la dependencia de los países desarrollados que generan sistemas cerrados.
Bibliografía
CNEA. Historia del Acelerador TANDAR. Recuperado de: http://www.TANDAR.cnea.gov.ar/historia/antecedentes.html
CNEA. Historia del TANDAR abierto. Recuperado de: http://www.TANDAR.cnea.gov.ar/historia/TANDAR_abierto.html
De Dicco, R., Deluchi, F. (2008). Centro Atómico Constituyentes. Centro Latinoamericano de Investigaciones Científicas y Técnicas. Buenos Aires.
De Dicco, R., Deluchi, F. (2013). Breve historia de losreactores nucleares de investigación y producción de radioisótopos de la CNEA. Centro Latinoamericano de Investigaciones Científicas y Técnicas. Buenos Aires.
Hurtado de Mendoza, D. (2014). El sueño de la Argentina Atómica: política, tecnología nuclear y desarrollo nacional. 1945-2006. Editorial Edhasa. Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Jones, C. M. (1984). Large electrostatic accelerators. IEEE, Michingan, USA.
Mariscotti, M. A. J. (2012). El Proyecto TANDAR: Génesis y primeros pasos de una experiencia provechosa. CNEA, año XII, número 47/48, Julio/Diciembre 2012.
Mariscotti, M. A. J., (1981). Veinticinco Años - Actas de las Jornadas Conmemorativas de los 25 Años del Sincrociclotrón y del Comienzo de las Obras para el Emplazamiento del Acelerador TANDAR, impreso CNEA, 154 páginas, Buenos Aires, 1981.
Suárez, S. G. (2002). Historia del Kevatrón. Centro Atómico Bariloche e Instituto Balseiro
No hay comentarios.:
Publicar un comentario